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30 de abril de 2009

CANONIZAÇÃO DE FREI NUNO DE SANTA MARIA ÁLVARES PEREIRA

Aqui deixamos mais fotos sobre a Visita/Peregrinação a Roma, aquando da canonização de Nun'Álvares Pereira, Frei Nuno de Santa Maria.
Foram momentos vividos num estado mísitico muito especial, que cada um viveu à sua maneira, mas que não deixam de significar a importância e o supremo valor que tem, para a evolução da nossa sociedade portuguesa e humana em geral, um evento de tão Superior e Divino Valor.
FOI POR ESTA PORTA QUE ENTRÁMOS M ROMA
O grupo à entrada da Basílica de Santa Maria Maior



Dois momentos de audição do que a guia dizia sobre o local onde nos encontrávamos



Uma pausa depois de uma longa visita à Basílica de São Paulo extra-muros

O nosso Grupo aguardando o início da Celebração (duas fotos)

Duas fotos dos momentos em que Sua Santidade Bento XVI proclamava a Santidade dos Beatos a ser canonizados



Paienel identificativo de Nun'Alvares Pereira afixodo na frontaria da Basílica de São Pedro.


Altar Lateral, da Igreja Transpontina, de Nª Senhora do Carmo

29 de abril de 2009

CANONIZAÇÃO DE FREI NUNO DE SANTA MARIA ÁLVARES PEREIRA

Primeiras impressões de uma viagem e participação na canonização do nosso Beato Nuno de Santa Maria Álvares Pereira, a todos os títulos memorável e inesquecível. Outros se seguirão. As que agora se publicam, são, bem como as fotos, da autoria do Lima Durães
SÃO NUNO DE SANTA MARIA

UM SANTO DO PASSADO, AINDA PRESENTE E PARA O FUTURO!.

A AAAcarmelitas, fez-se representar na Canonização deste Santo Carmelita, depois do trabalho árduo de Frei Padre Francisco Rodrigues, gratificante para todos os que vivem os ideais de Cristo, seus olhos mostravam felicidade.

Os milhares de Portugueses que nestes dias estiveram em Roma levavam consigo um único sentido, LOUVAR A DEUS, por tão grande dádiva.

Lágrimas de comoção e alegria reinavam nos rostos de todos quantos viveram este momento inesquecível.

A igreja de Santo António dos Portugueses, em Roma, foi demasiado pequena para a vigília de oração de dia 25, a Praça de S. Pedro encheu-se e encontrava-se portugueses em qualquer canto ou esquina.

O grupo a que tivemos o privilégio de pertencer, foi espectacular, pois só havia uma razão para a nossa estadia em Roma, “Louvar a Deus”.

O ESPIRITO POUSA ONDE QUER, MANIFESTA-SE COMO QUER E ONDE QUER!...



Rosalino Durães

2009-04-29
O Domingos e a Esposa, durante a viagem do aeroporto para Roma

Em frente á Igreja de Santa Maria Maior

O Grupo Português em frente da Igreja de Santa Maria Maior


Aspecto da frontaria da Basílica de S. Pedro na cerimónia das canonizações
O Domingos a olhar para o alto da Basílica
O Painel do São Nuno da Santa Maria Álvares Pereira
O Rev. Pe. Freitas proclamando as virtudes de São Nuno

Alguns sacerdotes carmelitas espanhóisSua Santidade ao subir ao altar para a Celebração Eucarística das Canonizações

Painel de São Nuno de Sata Maria

Vista da Avenida da Conciliação quie dá acesso à praça de São Pedro



Pausa e repouso de nossas companheiras de viagem

21 de abril de 2009

CARTA DO PRIOR GERAL DA ORDEM DO CARMO A PROPÓSITO DA CANONIZAÇÃO DE NUN' ÁLVARES PEREIRA DE SANTA MARIA


FERNANDO MILLÁN ROMERAL O.CARM.
Revestido de la coraza
de la Justicia…
Carta del Prior General
FERNANDO MILLÁN ROMERAL
a toda la Familia Carmelita
con motivo de la canonización
del beato Nuño
de Santa María Alvares Pereira
25 de marzo de 2009
Anunciación del Señor
Published by
EDIZIONI CARMELITANE
for the
CARMELITE GENERAL CURIA
Via Giovanni Lanza, 138
00184 ROMA
Italy
Copyright © 2009 Edizioni Carmelitane
Curia Generalizia dei Carmelitani
Covered photo: Blessed Nuño Alvares, Irlanda
Copyright © 2009 Edmund Ross Studio
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Per uso interno - Edizione fuori commercio
Finito di stampare nel mese di aprile 2009 dalla Tipolitografia 2000 sas di De Magistris R. & C.
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3
Introducción
El próximo día 26 de abril de 2008 será canonizado en la
Basílica de San Pedro en Roma, el beato Nuño de Santa María
Alvares Pereira. Toda la familia carmelita en el mundo entero celebra
con gozo esta canonización que muestra el reconocimiento oficial por
parte de la Iglesia de la santidad de vida del “Santo Condestável” a
quien consideramos bienaventurado e intercesor. La figura de San
Nuño Alvares tiene una serie de matices muy interesantes que han
despertado siempre admiración, devoción y cariño, no sólo en Portugal
donde es, evidentemente, muy popular, sino en todo el orbe carmelitano.
Como Prior General de la Orden me uno gozoso a este coro de
alabanza y hago votos para que esta canonización sea un momento de
revitalización de nuestra Orden, un momento de acción de gracias por
los modelos de santidad que el Señor nos ha regalado a lo largo de la
historia del Carmelo y también un momento de reflexión, de creatividad,
un momento en el que podamos mirar lo mejor de nuestra tradición
espiritual, para encontrar ahí claves y pistas para una fidelidad creativa,
para una vivencia renovada, significativa y gozosa de nuestro carisma al
servicio de la Iglesia y de la humanidad.
I. ¿Una figura del siglo XV para el siglo XXI?
El pasado día 21 de febrero Su Santidad el Papa Benedicto XVI
anunció ante el Consistorio de los Cardenales en la Sala Clementina
que el 26 de abril de este año tendría lugar la canonización del
Beato Nuño, junto a la de otros beatos. En muchas conversaciones, viajes
y encuentros posteriores se me ha preguntado acerca de la posible actualidad
de un personaje que vivió entre los siglos XIV y XV para un mundo
tan complejo, tan diverso y tan distinto de aquél en el que Nuño vivió.
En este sentido, conviene señalar en primer lugar que la figura del
Beato Nuño ha gozado siempre en nuestra Orden de una gran populari4
dad. Nunca faltó la “fama sanctitatis”, hasta tal punto que en algunos
momentos (cuando la normativa canónica acerca de las beatificaciones
y canonizaciones no era quizás tan precisa ni la información de los fieles
en algunas zonas era tan amplia como ahora) se le consideraba ya santo
y su culto se daba con cierta normalidad y gran devoción. No en vano,
nuestro Beato Nuño es conocido en ambientes portugueses como “O
Santo Condestável”. De hecho, permítaseme decir que nos costará trabajo
abandonar la expresión “Beato Nuño”, tan extendida y conocida en
la Orden y en la familia carmelita.
En segundo lugar, conviene recordar que el mensaje profundo de los
santos es un mensaje que podríamos calificar de “trasversal”, es decir, va
más allá de lugares y tiempos concretos. La figura del santo, sus valores y
virtudes, lo esencial de su mensaje, es válido y aplicable a otros lugares y
tiempos de la vida de la Iglesia, si bien, lógicamente, haciendo una labor
de interpretación para no caer ni en una imitación mimética, superficial e
infantil de su ejemplo (algo que sería ridículo y contraproducente), ni en
un olvido irresponsable que (bajo la apariencia de un falso intelectualismo
que desprecia el testimonio de los sencillos y el sensus fidelium, tantas veces
invocado por la teología moderna) ignore el valiosísimo ejemplo que los
santos nos ofrecen en nuestra propia vida espiritual y eclesial. Estoy
convencido de que, en este sentido, la figura de San Nuño Alvares Pereira
encierra una serie de valores y de matices que pueden ser valiosísimos
para nosotros hoy en nuestra vivencia del carisma carmelitano y en
nuestra vida cristiana en general.
Por consiguiente, su canonización supone para nosotros un motivo
de gozo, de gratitud y -por decirlo de algún modo- de sano orgullo de
familia. El Carmelo, como otros muchos carismas que han surgido a lo
largo de la historia de la Iglesia, no nace ni vive para sí (como si se tratara
de una secta), sino que nace, suscitado por el Espíritu Santo, al servicio
de la Iglesia Universal, al servicio del anuncio del Evangelio, al servicio
de la construcción del reino de Dios. La santidad de algunos de sus
miembros, reconocida oficialmente por la Iglesia, significa, por tanto, que
el Carmelo ha vivido plenamente en algunos de sus miembros un ideal
de santidad y de servicio; significa que ha cumplido una misión (aun
con sus limitaciones y debilidades humanas), y que ha enriquecido a la
Iglesia de Dios en su peregrinar terreno.
Por ello, como en toda beatificación o canonización, se juntan en
nosotros los sentimientos de alegría y gratitud por una parte, y de
responsabilidad y compromiso por otra. Agradecemos este reconocimiento,
pero somos conscientes de que el mismo supone también un
acicate, un revulsivo para la familia carmelita, una llamada a la santidad
de vida y a la fidelidad a la vocación cristiana en general y carmelitana
en particular.
Por último, quisiera hacer una llamada de atención a nuestros religiosos,
religiosas y laicos que trabajan en distintos ámbitos pastorales
(parroquias, colegios, capellanías…) para que se esfuercen en presentar
la figura de San Nuño de Santa María con originalidad, con creatividad,
con profundidad, no quedándose en lo accesorio y superficial, sino descubriendo
y haciendo descubrir lo esencial de su mensaje. De nosotros
depende en gran medida que esta canonización sea algo fructífero y
fecundo para nuestras comunidades, nuestros campos pastorales y
nuestras vidas, o que sea solamente un acto puntual y pasajero, sin
verdadero efecto en la Orden y en la familia carmelita en general.
II. Un largo proceso
Como ya indicábamos en el punto anterior, el proceso de
canonización del Beato Nuño que llegará a su culminación el
próximo 26 de abril en la Basílica de San Pedro, ha supuesto un
larguísimo iter de varios siglos en el que han coincidido muy diversos
factores, circunstancias y vicisitudes históricas.
Desde muy pronto se difundió (y no sólo en Portugal) el culto al
“Santo Condestable”: se efectuaban peregrinaciones a su tumba, advenían
manifestaciones religiosas y profanas en su honor y se celebraba su fiesta,
con culto público y eclesiástico, a principios de noviembre. En 1437, seis
años después de su muerte, el rey de Portugal, Don Duarte, y su hermano,
Don Pedro, obtuvieron del papa Eugenio IV el permiso necesario para
iniciar el proceso de canonización. Don Pedro, hermano del rey, compuso
una oración en honor del “Santo Condestable”. En un Breviario Carmelita
escrito entre los años 1456 y 1478 se incluyo su fiesta en el rezo litúrgico.
Lamentablemente, por causas desconocidas, el proceso emprendido
no se concluyó. A pesar de ello, no se detuvo la difusión de su culto, hasta
el punto que el arzobispo de Lisboa participó en 1522 y 1548 en las dos
traslaciones de sus restos mortales, aprobando así, prácticamente, de
hecho, su culto. Mientras tanto se erigieron algunos altares en honor del
Beato en Lisboa, en los alrededores de Aviz, de Sernache do Bomjardim
(su lugar de nacimiento) y en otros lugares del país. A todo ello, además,
se le sumaban manifestaciones festivas bastante difundidas y peregrinaciones
anuales desde varias partes de Portugal.
5
Después de las consabidas disposiciones de Urbano VIII sobre el
culto “ab immemorabili”, tributado a santos y beatos, ya en el 1641 Juan
IV de Braganza solicitó a la Santa Sede, en nombre de todo el episcopado
portugués, el reconocimiento de su culto. Petición renovada también por
parte de la Orden del Carmen en el 1656 y 1674. Vicisitudes políticas y
otras causas, entre ellas el terremoto de 1755, impidieron la obtención
de tal reconocimiento, aunque permaneció siempre vivo el recuerdo y
la fama de santidad de aquel al que llamaban comúnmente el “Santo
Condestable”.
Finalmente, en el 1895, se inició el proceso de reconocimiento del
culto inmemorial. La sentencia del juez delegado, firmada el 7 de marzo
de 1914, fue confirmada por la Sagrada Congregación de Ritos el 15 de
enero de 1918 y aprobada por Benedicto XV el 23 de enero de 1918.
En el 1940, con permiso de Pío XII, se incoaba la causa de
canonización del Beato Nuño. Sin embargo, los acontecimientos de la
Segunda Guerra Mundial impidieron de nuevo la realización de la obra
esperada. Después de otros intentos, que no llegaron a buen puerto,
finalmente el descubrimiento del túmulo primitivo del Beato Nuño en el
Carmen de Lisboa reanimó aún más el deseo de verlo proclamado
“Santo” de la Iglesia. Se llegó así a confeccionar el debido procedimiento
(sumario) o proceso informativo, abierto el 13 de julio de 2003 y
clausurado el 3 de marzo de 2004, al cual le prosiguió, en los meses de
mayo y junio de 2004, un suplemento del procedimiento.
Con estas actas procesales y el material documental recabado
expresamente por una comisión histórica, se preparó, después, bajo la guía
del P. Felipe Amenós, Postulador de la Orden, la Positio. Completada la
valoración histórica y el examen específico teológico de tal Positio, de
acuerdo con las normas de procedimiento seguidas por la Congregación
para las Causas de los Santos, el 6 de mayo de 2008 se reunía el Congreso
Ordinario de los Cardenales y Obispos de la misma Congregación, que
pronunciaba su parecer favorable a la declaración solemne de las virtudes
del Beato. Al mismo tiempo, se instruía también el proceso del supuesto
milagro atribuido a la intercesión del Beato, que concluía positivamente,
con juicio unánime, el 17 de junio de 2008. El pasado día 21 de febrero,
en el Consistorio de los Cardenales que tuvo lugar en la Sala Clementina
en el Vaticano, Su Santidad Benedicto XVI anunció solemnemente la
tan ansiada fecha de canonización, y así, el próximo 26 de abril, Deo
volente, podremos participar con gran alegría en la solemne ceremonia de
canonización en el marco incomparable de la Basílica de San Pedro en
Roma.
6
En cuanto respecta a la celebración litúrgica, en el calendario propio
de la Orden, ésta se estableció el día 6 de noviembre para Portugal y para
toda la Orden, con rito doble menor. Ésta recogía como textos propios,
en el Breviario, las antífonas del Magnificat de las I y II Vísperas, y del
Benedictus de las Laudes, así como la oración propia y las lecciones del
segundo nocturno. Los textos de la Misa y las antífonas y oraciones
propias presentaban lecturas extraídas del común de confesores. Con la
reforma después del Vaticano II, la celebración del Beato Nuño se fijó en el
propio de la Orden del Carmen el día 1 de abril con el grado de memoria
obligatoria, mientras que para los carmelitas de Portugal se fijaba el día
6 de noviembre. La celebración del Beato se introdujo también en el
propio de los carmelitas descalzos como memoria libre, siendo obligatoria
también para éstos en Portugal.
III. Apuntes biográficos
Para entender mejor ese mensaje perenne que nos ofrece la figura
de San Nuño de Santa María, al que hacíamos referencia más
arriba, conviene destacar de forma muy somera algunos rasgos esenciales
de su biografía que, sin duda, ayudarán a trazar mejor el perfil espiritual
del Santo Condestable.
Nació Nuño el 24 de junio de 1360 en Sernache do Bomjardim, hijo
ilegítimo de Don Alvaro Gonçalves Pereira, que fuera Gran Prior del
Priorato de Crato de los célebres Caballeros de San Juan de Jerusalén y
de Iria, por la que Nuño conservaría siempre un tierno afecto. Su niñez
y su adolescencia trascurrieron en ese ambiente entre caballeresco y
profundamente religioso que se daba en estos grupos en los reinos
bajomedievales de Europa. Imbuido del ideal de Galaad, uno de los
caballeros de la mesa redonda que acompañaban al mítico Rey Arturo,
quiso permanecer célibe, pero por no contrariar a su padre se avino a
casarse con Doña Leonor de Alvim, con la que tendría tres hijos y con la
que tuvo una feliz vida matrimonial. La boda tuvo lugar el 15 de agosto,
fiesta de la Asunción de María, de 1376.
Dos de sus hijos murieron en la infancia y solamente la tercera, Doña
Beatriz, llegaría a la edad adulta casándose con Don Alfonso, el hijo del
Rey Juan I, al que Nuño, su padre, había servido siempre con valentía
y fidelidad.
El joven Nuño destacó rápidamente en la corte, a la que fue destinado
para el servicio personal del rey Fernando desde la adolescencia,
7
cuando tenía tan sólo trece años. Su nobleza de ánimo, su valentía, la
lealtad hacia el rey y el ideal de pureza que parecía haberse trazado
desde niño, a imitación del casto héroe Galaad, llamaron la atención tanto
de la familia real, como de los demás cortesanos.
A la muerte del Rey Fernando de Portugal se produjo un problema
dinástico, algo muy frecuente en los reinos de la Península Ibérica en
tiempos de la Reconquista. Algunos caballeros portugueses (incluso
algunos hermanos de Nuño) defendían el derecho al trono de Beatriz,
hija del rey Fernando, casada con el Rey de Castilla, lo que probablemente
habría supuesto la incorporación de la corona portuguesa al
reino de Castilla, que se iba configurando -junto al de Aragón- como el
reino más fuerte de la Península Ibérica. Pero otros muchos caballeros
lusitanos, entre ellos Nuño, defendían el derecho al trono de Juan,
hermano del rey Fernando. Existían también intereses internacionales y
no faltaron caballeros franceses e ingleses que ayudaban a uno u otro
bando. No tardó mucho en desatarse una guerra entre ambos reinos,
provocada por el problema de sucesión dinástica. La guerra como tal
duró varios años, con períodos de relativa calma. En abril de 1384, las
tropas portuguesas (al servicio de Don Juan) vencen a la facción rival en
la batalla de Atoleiros (lo que supuso poco más tarde la subida al trono
de Juan I que nombraría a Nuño su Condestable). Un año más tarde, el
14 de agosto de 1385 (en vísperas de la fiesta de la Asunción de la
Virgen), las tropas comandadas por Nuño Alvares Pereira derrotaron a
los seguidores del Rey de Castilla en la memorable batalla de Aljubarrota
y poco después en Valverde (ya dentro del reino de Castilla), lo que
provocó que Nuño adquiriera una gran fama como héroe nacional.
Aunque la guerra se prolongó por algún tiempo, e incluso se darían
escaramuzas años más tarde, la victoria estaba ya del lado portugués. La
paz definitiva se firmaría en 1411. Puede ser significativo de la fama que
adquirió Nuño como héroe nacional y como Condestable el hecho de
que Luís de Camões, el gran poeta portugués, incluyera una elogiosa
referencia a nuestro hombre en el canto IV de su célebre poema épico Os
Lusiadas, obra cumbre de la literatura portuguesa del Renacimiento.
También en la vecina España, varios autores clásicos de los siglos XVI
y XVII (Calderón de la Barca o Tirso de Molina, entre otros) alabaron
la nobleza y la heroicidad del ya mítico Condestable.
Pero, poco más tarde, la desgracia se cebó con la familia del
Condestable. En 1387 muere su esposa, doña Leonor de Alvim que residía
en Oporto con la hija de ambos, tras lo cual, el aún joven Nuño se niega a
contraer nuevo matrimonio. La vida de piedad y penitencia (que siempre
8
había llevado) se acentúa sobremanera, y el Condestable, héroe de tantas
batallas, famoso guerrero al servicio del rey, va poco a poco adquiriendo
la reputación de hombre piadoso y santo.
En estos años hay que situar su intervención decisiva para la
construcción (entre otros templos y conventos) del convento y de la iglesia
de los carmelitas en Lisboa, cumpliendo así con una promesa votiva hecha
a la Virgen. Parece ser que tuvo contacto con la Orden a través de un
antiguo compañero de armas que se había hecho carmelita en el convento
de Moura, Don Juan Gonçalves, y de Fray Alfonso de Alfama, Vicario
de la Orden en Portugal con quien parece tenía gran confianza y amistad.
Se eligió para dicho convento uno de los lugares más altos de Lisboa.
Las obras duraron más de ocho años. Los carmelitas, procedentes del
convento de Moura, se instalaron en el celebérrimo “O Carmo” de Lisboa
el 15 de agosto (una vez más) de 1397 en donde permanecerían hasta
1755, cuando el templo fue prácticamente destruido por el terremoto de
Lisboa.
En 1415 aún tendría Nuño tiempo de participar en una nueva
campaña portuguesa, esta vez más allá del estrecho de Gibraltar, en
Ceuta, comandando y aportando su experiencia militar a la expedición
portuguesa que se dirigía a dicha plaza del norte de África. Nuño, con 55
años, se sentía ya cansado. Poco después acaeció la muerte de su hija, lo
que probablemente aceleró su decisión de apartarse del mundo y de llevar
una vida entregada totalmente a la penitencia, a la piedad y a la oración.
Así, en agosto de 1423, el Condestable, figura admirada y de gran
prestigio, decide ante el asombro general, ingresar en el Convento del
Carmen que él mismo había fundado y llevar una vida de total penitencia
y austeridad como hermano donado. El 15 de agosto, fiesta de la Asunción
de la Virgen y fecha a la que parece que la vida de Nuño estaba
íntimamente ligada, vistió el hábito del Carmen, tomó el nombre de Fray
Nuño de Santa María. Pese a las presiones de todo tipo, rechazó
privilegios o mitigaciones de la austeridad conventual. Por intervención
del Don Duarte (hijo de Juan I, el rey al que Nuño había servido con
fidelidad durante años), se le convenció al menos para que no se dirigiese
a un convento lejano, tal y como Fray Nuño deseaba para evitar visitas
y homenajes que iban en contra de su deseo de total penitencia y
humildad. También consiguió el príncipe que Nuño renunciase a su deseo
de mendigar para el convento por las calles de Lisboa, como hacían los
hermanos donados.
Prueba de la sinceridad y de la firmeza de su deseo fue el hecho de
que se negase siempre a ser llamado de otra manera que “Fray Nuño de
9
Santa María”, rechazando todo tipo de título nobiliario. Más aún, cuando
el príncipe Don Duarte pretendió que conservase el título de Condestable,
Nuño respondió con humildad, pero con firmeza: El Condestable ha muerto
y está enterrado en un santuario…
Tras ocho años de vida de penitencia y de gran austeridad, Fray
Nuño de Santa María murió en Lisboa el primero de abril de 1431. Sus
funerales constituyeron una enorme manifestación de duelo, tanto por
parte de la nobleza y de la familia real (que tenían una gran deuda de
gratitud hacia aquél noble caballero vencedor en el campo de batalla)
como por parte de los carmelitas y de tantos devotos que vieron en él un
modelo de penitencia, de humildad y de desprecio de las galas y honores
de este mundo.
IV. Nuño, santo de la Eucaristía
Uno de los rasgos que destacan del perfil espiritual de San Nuño
es su honda piedad eucarística. Indudablemente, dicha piedad
se dio en los moldes y bajo las formas típicas de aquella época. Es bien
conocido su deseo de restaurar las iglesias devastadas por la guerra o por
cualquier otro motivo, para que la eucaristía pudiese ser celebrada con
dignidad. Asimismo fundó o restauró cofradías del Santísimo Sacramento
en muchos lugares, y fomentó las celebraciones del Corpus, insistiendo y
ordenando que éstas se llevaran a cabo con solemnidad, decoro y piedad,
y todo esto, precisamente en una época de la historia de la Iglesia en la
que surgían por diversos lugares críticas a la idea de la presencia real.
Asimismo, tanto en su época como Condestable del Ejército, como en
su época en el convento, participaba frecuentemente en la eucaristía,
preparándose espiritualmente con mucha seriedad y con penitencias y
ayunos. Cuentan las crónicas de la época y así lo recoge el sumario del
proceso, que una vez que le preguntaron acerca de los motivos personales
de dicha piedad eucarística, el Condestable respondió:
Quien quiera verme vencido en las batallas, que me aleje de este sagrado
convite, en el cual Dios mismo, pan de los fuertes, vigoriza los hombres. Por lo
tanto, fortalecido con este manjar, me revisto del ánimo y valor necesario para
vencer al enemigo…
Más allá de la anécdota en sí y de las circunstancias de la misma, no
deja de resultar interesante para nosotros esta confianza plena en la
10
11
eucaristía que, concebida como pharmakon (como la denominaron algunos
Padres Griegos), nos ayuda a vencer a los enemigos de la vida, que ya no
son soldados o caballeros rivales, sino enemigos más peligrosos como el
pecado, la violencia, el egoísmo…
Esta centralidad de la eucaristía en nuestras vidas, conecta muy bien
con el espíritu carmelita, puesto que ya desde la Regla misma, en el
Capítulo XIV, el carmelita está llamado a poner la eucaristía en el centro
(no sólo arquitectónico o temporal como pide el texto de la Formula Vitae),
sino en el centro de nuestras tendencias, de nuestras inquietudes, de
nuestros apostolados y de nuestras vidas…
Que el ejemplo de la piedad eucarística de San Nuño de SantaMaría
nos ayude a revitalizar nuestra vivencia eucarística, para que el sacramento
central de nuestra fe no se convierta en una mera rutina o en una
mera actividad pastoral, sino que ilumine toda nuestra vida y proyecte los
valores del reino sobre nuestro mundo y nuestra sociedad de hoy en día.
V. Nuño, santo de María
Otro rasgo muy definido del perfil espiritual de San Nuño fue su
devoción por la Virgen María. Ya en su vida de soldado se
encomendaba siempre la Virgen Santísima antes de las batallas y pedía
asimismo a sus soldados que lo hiciesen. Tenía plena confianza en la
protección de la Virgen. Ayunaba frecuentemente en honor de la Virgen
y fomentaba siempre la devoción mariana entre los que le rodeaban.
Igualmente, terminadas las batallas solía peregrinar a algún santuario
mariano.
Por ello, mandó reconstruir algunos de ellos que se encontraban
abandonados o en mal estado. Él mismo pagó la reconstrucción de algunos
templos o mandó construir nuevos, o decorarlos dignamente. En este
sentido, muchas iglesias dedicadas a alguna advocación mariana, deben a
la mayor o menor participación del Santo Condestable su creación o
subsistencia, como las de Souzel, el templo dedicado a la Virgen de los
mártires en Estremoz, Vila Viçosa, Portel, Evora, Mourão, Camarate,
Monsaraz, etc. Un lugar especial merecen en esta lista tanto el templo
dedicado a Santa María de la Victoria (conocido como Batalha),
construido por el mismo Rey Juan I a instancias de su Condestable para
conmemorar la batalla de Aljubarrota (cercano a Fátima, constituye una
de las joyas del gótico portugués), como el suntuoso templo del Carmen
en Lisboa. Asimismo, algunos historiadores apuntan a la intervención del
Santo Condestable en el auge que fue tomando en Portugal la devoción a
la Inmaculada Concepción que con el tiempo acabará por convertirse en
la Patrona del país en 1640 a instancias del rey Juan IV.
Lógicamente la piedad mariana de Nuño se acrecentó al contacto con
los carmelitas y, sobre todo, al ingresar en el convento de Lisboa como
hermano donado. El hecho de que eligiera como nombre religioso el de
“Nuño de Santa María” es a todas luces significativo. Parece ser que
pasaba horas en oración delante de una imagen de la Virgen, a la que se
encomendaba constantemente. Sin duda, su ejemplo debió de contribuir
a que el templo se convirtiera en un centro importantísimo de piedad
mariana.
Una vez más, el ejemplo de San Nuño puede ser también acicate
para nuestra propia vida espiritual. Ciertamente la devoción mariana de
Nuño era vivida bajo las formas y expresiones de piedad de aquella
época. Cada período de la historia debe buscar sus propias expresiones y
en el caso concreto del Carmelo, estamos llamados a mostrar y a difundir
la devoción a la Virgen Santísima de manera que la misma sea un reflejo
de la buena noticia de la salvación en Cristo. Debemos lograr que, como
nos ha pedido el Concilio Vaticano II, nuestra piedad y nuestra devoción
mariana no desemboquen ni en un afecto estéril y transitorio, ni en vana
credulidad (LG 67).
VI. Nuño, santo de la humildad
Una de las características que más llama la atención de la figura
del nuevo santo es, sin lugar a dudas, la humildad. No solamente
al final de su vida, cuando, siendo ya carmelita, vivió de forma
totalmente austera y penitente, sino que, incluso siendo Condestable y
una de las figuras más célebres y admiradas de la Corona portuguesa,
Nuño fue siempre un hombre humilde, un hombre que huyó de los
honores excesivos y de las ambiciones de poder.
Es bien conocida su tendencia a la humillación personal en los
últimos años de su vida como donado carmelita, hasta tal punto que el
príncipe Don Duarte, temeroso de que su conducta provocara la irrisión
o el menosprecio de la corona o de las instituciones más importantes del
reino, le prohibió que mendigara por las calles de Lisboa y que se retirara
a un convento lejano y perdido para no ser reconocido como Condestable.
Ante ambas peticiones del príncipe, Fray Nuño tuvo que ceder. Pero hubo
aún otras peticiones que el anciano carmelita rechazó con firmeza. Así,
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por ejemplo, se negó a ser sacerdote o a evitar los trabajos más humildes
y bajos del monasterio, trabajos que, según el parecer del príncipe y de
muchos nobles, eran contrarios a la dignidad y al renombre del héroe
nacional. Conviene no olvidar que Nuño estaba además emparentado con
la familia real por el matrimonio de su hija Beatriz (casada con Don
Alfonso, hijo de Juan I), lo que hacía aún más incómoda su actitud para
los monarcas. También se negó totalmente a seguir portando el título de
Condestable o a ser llamado con otro nombre que no fuera el de Fray
Nuño de Santa María. Como veíamos más arriba, su respuesta fue radical
y sin ambages: El Condestable ha muerto y está enterrado en un santuario…
Sin duda, estamos ante un rasgo muy significativo para nuestra vida
cristiana actual. En un mundo que idolatra el poder, la fama, el prestigio
social (a veces incluso a costa de la verdad o de la justicia); en un mundo
en el que se fomenta la vanidad de las riquezas o los títulos; en un mundo
en el que, pese a que un tercio de la humanidad pasa necesidad y en
algunas zonas del planeta permanece la plaga terrible del hambre, se hace
alarde de riquezas y de lujos totalmente desproporcionados; en un mundo
en el que vivimos esclavos de la imagen personal, del look, de las
apariencias, del culto al cuerpo y de lo políticamente correcto…el ejemplo
de San Nuño nos recuerda el valor de la humildad y de la sencillez, y de
una manera especial nos llama a los carmelitas a mantener ese espíritu, esa
forma de ser y de estar en el mundo, por muy importante que pueda ser
nuestro trabajo, nuestra misión o nuestra posición eclesial.
Grandes carmelitas posteriormente han vivido y han subrayado el
valor de la humildad. Pensemos en el célebre adagio de Santa Teresa de
Jesús en las sextas moradas (humildad es andar en verdad); o en la llamada a
la sencillez de lo pequeño que hace Teresa de Lisieux; o en el ejemplo
sublime de humildad que dio siempre el Beato Tito Brandsma, aún
ocupando los más altos cargos en la Universidad y en la vida civil de su
país. Otros muchos ejemplos se podrían citar de esa vivencia profunda
de la humildad que se ha dado siempre en el Carmelo. Se trata
indudablemente de una humildad llena de coraje y de valentía, de una
humildad que no es solamente una virtud psicológica, sino una
consecuencia de la fe en el Dios encarnado, en el Dios que no dudó en
asumir nuestra humilde y frágil condición, haciéndose uno de tantos para
salvar, desde abajo, al género humano (cf. Flp 2, 6-11).
Que el ejemplo de San Nuño de Santa María nos ayude también a
nosotros a vivir la sencillez evangélica, a no dejarnos seducir por las
vanidades de este mundo (a veces muy sutiles) y a ser siempre cercanos y
solidarios con los últimos, con los marginados, con los pequeños y excluidos.
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VII. Nuño: una llamada a la conversión radical
En el templo de Batalha, dedicado a Santa María de la Victoria, al
que aludíamos más arriba, hoy se puede contemplar la imponente estatua
ecuestre del Condestable Nuño Alvares Pereira, presentado como
guerrero y héroe nacional, llevando en una mano la espada y sujetando
con la otra las bridas del caballo. Dentro de la iglesia, cerca del altar, existe
otra estatua, mucho más pequeña, de escaso valor artístico, pero muy
representativa. Se trata de Nuño de Santa María, ya anciano, en hábito
carmelita, con la Regla del Carmelo en la mano, en actitud de meditación
y de oración. Algunos visitantes de Batalha no se dan cuenta siquiera
de que se trata del mismo personaje, dada la gran transformación y el
contraste entre una y otra imagen de Nuño.
Muchos teólogos y expertos en espiritualidad han hablado de una
especie de “segunda conversión” o conversión radical que a veces se da
en la vida de los santos y de los buscadores de Dios. Evidentemente
hablamos de conversión en sentido análogo, ya que, en sentido estricto,
ellos ya estaban convertidos a la fe y generalmente procuraban vivirla con
autenticidad y sinceridad. Pero, en un momento dado, generalmente en la
madurez, se produce en la vida del santo, del místico, del espiritual, una
llamada a la radicalidad, un deseo de vivir la fe de forma total, con todas
las consecuencias. Es entonces cuando se convierten en un signo, en una
llamada de atención, en un aviso para toda la Iglesia que toma así
conciencia de la tendencia (la tentación) a la mediocridad, a la rutina, a
una vivencia de la fe algo mortecina y aburguesada.
Muchos nombres se podrían citar en este sentido: Teresa de Jesús
ante el Cristo llagado, Teresita y la experiencia terrible de la enfermedad,
Tito Brandsma en el campo de concentración, Thomas Merton en una
calle ruidosa de Louisville, Monseñor Romero ante el cuerpo sin vida de
Rutilio Grande, Teresa de Calcuta sacudida por la pobreza horrible de los
moribundos… y tantos otros.
También Nuño siente en un momento dado de su vida esa llamada a
dejarlo todo, a abandonar honores, títulos, noblezas y prestigio para
entregarse de forma radical a una vida de penitencia y de oración. Su
figura debe ser también para nuestras conciencias un aldabonazo, una
llamada a la radicalidad, una invitación a revisar nuestros criterios, a
purificar nuestras intenciones, a vivir el Evangelio sin componendas ni
medias tintas. He ahí el gran mensaje y la actualidad de los santos.
Sin caer en un pacifismo que sería totalmente anacrónico, sí podemos
afirmar que Nuño abandona las armas y las celadas, para dedicarse por
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entero a la batalla del amor y de la santidad. Como aquellos primeros
carmelitas que (inmersos de algún modo en el fenómeno de la Cruzada),
se retiran al Carmelo como eremitas y penitentes e incluyen en su Formula
Vitae la hermosísima descripción de las armas espirituales que hace San
Pablo (entre otros lugares) en la carta a los Efesios, también Nuño
abandona las armas materiales y se reviste con la armadura de Dios y con
la coraza de la justicia, también él abraza el escudo de la fe y se cubre la
cabeza con el yelmo de la salvación. También Nuño agarra la espada del
Espíritu y de la Palabra y anuncia, con el mejor lenguaje posible, con el
más auténtico y el más creíble (el de la vida misma), la plena confianza en
Dios y la llamada a la conversión.
Si no queremos que esta canonización se quede solamente en lo
histórico, en lo superficial, en lo accesorio; si queremos que la figura de
San Nuño de Santa María sea para nosotros un modelo de vida y que
su canonización sea un momento de reactivación y de revitalización del
Carmelo; si confiamos plenamente en su intercesión, asegurada por la
solemne y oficial declaración de la Iglesia… entonces procuremos
profundizar en su mensaje y en su enseñanza y asumirlos con gratitud y
con un compromiso renovado de vivir nuestra vocación al Carmelo.
También nosotros sintámonos llamados a revestirnos de la coraza de la
justicia (Induenda est lorica Iustititae…) de la que habla nuestra Regla
citando la Carta a los efesios (Ef 6,14), esa coraza que nos lleva a amar
al Señor con todo nuestro corazón, nuestra mente y nuestras fuerzas, y
al prójimo como a nosotros mismos (Regla, XIX).
*****
Quisiera, por último, mostrar mi agradecimiento y el de toda la
Orden a los que han hecho posible esta canonización: al P. Felip Amenós
Bonet, O.Carm., que siendo postulador trabajó en la causa denodadamente;
al P. Giovanni Grosso, O.Carm., actual Postulador General, que
ha preparado junto a una comisión los actos que acompañarán la canonización,
así como al P. Francisco José Rodrígues, O.Carm., Vicepostulador
de la causa, y a todos los que desde Portugal han colaborado y han
ayudado de algún modo a dar a conocer la figura de San Nuño.
Debemos felicitar cordialmente al pueblo portugués, para quien
Nuño es no solamente un ejemplo vivo de santidad, sino también un héroe
nacional. Supone para mí, como español, un motivo especial de orgullo, al
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tratarse de una figura tan importante en esa nación hermana y tan querida
de Portugal.
Sólo me queda felicitar a toda la familia carmelita extendida por los
cinco continentes. Que vivamos con sano orgullo de familia esta canonización.
Que la semilla sembrada por nuestro nuevo Santo encuentre en
nosotros tierra fértil y dispuesta a dar frutos de santidad.
Que María, Madre del Carmelo y modelo sublime de santidad, nos
siga iluminando para que en nuestra familia surjan siempre figuras como
la de San Nuño de Santa María que nos lleven al monte de la perfección
que es Cristo.
FERNANDO MILLÁN ROMERAL, O.CARM.
Prior General
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www.ocarm.org
Fernando Millán Romeral fue elegido Prior General de la
Orden de los Carmelitas en el año 2007. Realizó sus estudios
en España – su país de origen –, Roma e Irlanda. Diplomado
en Filosofía y Licenciado en Teología, se doctoró en Teología
Dogmática. Ha sido profesor en la Universidad Pontificia de
Comillas de Madrid.

2 de abril de 2009

I JORNADAS DOS ANTIGOS ALUNOS DA ORDEM DO CARMO EM PORTUGAL

I JORNADAS DE ANTIGOS ALUNOS DA ORDEM DO CARMO EM PORTUGAL

Com o patrocínio da Ordem do Carmo em Portugal e com a honrosa presença do Pe Geral da Ordem Carmelita, decorreram, entre os dias 27 e 29 de Março de 2009, em Fátima e na Casa Beato Nuno, as I Jornadas dos Antigos Alunos da Ordem do Carmo em Portugal.
As Jornadas iniciaram-se com uma cerimónia de abertura, na qual se desejaram boas vindas aos participantes, na qual o Pe Comissário da Ordem do Carmo em Portugal desejou a todos os participantes uma óptima estadia e que se atingissem os objectivos propostos. Apresentadas as Jornadas pelo Pe Frei Francisco Rodrigues, O.Carm., o convidado de honra, Revdº Pe Geral da Ordem Carmelita, Pe Frei Fernando Millán Romeral, O. Carm., satisfazendo o convite que lhe fora formulado, manifestou a sua confiança no sucesso deste evento de um dos membros da família carmelita.
No segundo dia, 28 de Março, o Pe Geral, na sua conferência, desenvolveu o tema da família carmelita, explicitando as várias manifestações possíveis de ser membro desta família carmelitana, com raro brilhantismo e singeleza. Seguidamente teve lugar a Eucaristia, presidida pelo Revdº D. Frei António Vitalino Fernandes Dantas, O.Carm., actual bispo de Beja.
Na parte de tarde teve lugar a conferência proferida pelo presidente da Direcção da Associação que versou o tema “ Associação, que futuro?”.
À noite, depois do jantar, houve lugar para a apresentação de testemunhos pessoais e discussão dos temas apresentados durante o dia. No terceiro dia de manhã, teve lugar um proveitoso diálogo com o Revdº Pe Geral, após o que se apresentaram as conclusões das Jornadas.
A Eucaristia, presidida pelo Revdº Pe Geral e concelebrada pelos sacerdotes participantes nas mesmas, foi a apoteose final destas primeiras Jornadas dos antigos Alunos da Ordem do Carmo em Portugal.

Augusto Pereira de Castro

FOTO DE GRUPO


A Comissão Organizadora com o Padre Geral da Ordem e com D. ´Frei António Vitalino, O. Carm., Bispo de Beja.



O Pe Frei Francisco Rodrigues a apresentar o conferencista da manhã, Revd Pe Geral, Frei Fernando Millán Romeral, O. Carm.


O Pe Frei Francisco a apresentar o conferencista da tarde, o Presidente da Direcção da Associação, Augusto Pereira de Castro